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BUFAS BOYS

QUE EL TIEMPO NO TE CAMBIE

 

El sábado vivimos un momento histórico: la primera actuación de Loquillo después de separarse de los Trogloditas.

La incertidumbre no sólo rondaba las cabezas de los presentes, a él también se le veía en la cara la tensión de sacar afuera sus nuevas canciones, sin saber si iban a ser bien acogidas o caerían en la indiferencia.

El local estaba repleto. La cerveza corría. Nervios por el retraso, pues ya casi pasaba media hora de la anunciada para el inicio. Y allí que salió con su extraño grupo: dos guitarristas con 25 años de diferencia entre ellos (el mayor con sombrero incluído), una chavalita de trenzas (morbo total) al bajo, un tío normalito al teclado y un francés a la batería.

Con todo, la gente escuchó las primeras presentaciones del nuevo disco, aún sin publicar, y me da que aplaudía más la chulería del Loco que las propias canciones que aún no les son familiares. Así pasamos (cómo cambian los tiempos) la primera media hora entre flashes de cámaras digitales y móviles que disparaban sin parar hacia nuestro hombre.

De repente, comenzaron a sonar las notas de canciones más conocidas. La gente se iba calentando. Y, en un momento, las canciones de toda la vida (Todo el mundo ama a Isabel, El ritmo del garaje, Besos robados, El rompeolas....). El delirio.

El Loco hablaba con el público. Pedía cava a los camareros. Se despojaba de la americana y se subía la solapa. Guiñaba, reía, señalaba, vacilaba al personal, bailaba en el miniescenario como un Elvis de casi dos metros y empezó a disfrutar.

Volvió a atacar las canciones nuevas y se tomaron un respiro. Fue el previo a la traca final con Rock suave al inicio y el colofón a dos horas y cuarto de ROCK con Cadillac solitario, en el que nos miramos y sentimos que somos 25 años más viejos, pero aún no sabemos por qué nos dejó tirados.

 

LARGA VIDA AL ROCK AND ROLL!!!!!!!!!! 

Alberto

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